De entrantes, Closeau trajo sus deliciosas cloquetas caseras, que acompañamos de salmón y jamón ahumados. De segundo plato, Toronto preparó un pastís chinoise, pastel de carne típico del Canadá, a base de carne picada, maíz y patata. De postre, pastel de manzana, también casero, con helado de vainilla. Para el café y la merienda tertuliana, Samedimanche horneó ricas galletas de jengibre en forma de ardilla (guiño al anfitrión) y de fantasma (guiño en general). Los vinos, licores, más dulces, el sirope de arce y caramelos Wonka, a cargo de Powerful.
Frangelico bolandista, jarabe de arce y ardillas de jengibre
Davies, Robertson. El quinto en discordia.
Traducción de Natalia Cervera.
7a ed.
Barcelona: Libros del Asteroide, 2009.
360 p.
ISBN: 978-84-934315-6-3.
Precio: 18,95€
Cinco sartencitos reunidos y poca discordia: por unanimidad, la primera parte de la Trilogía de Deptford gustó mucho. Y tenemos constancia telefónica y electrónica que a Insonrible, Kira y Raúl, que no pudieron venir, también les gustó. Sólo Julián puso algún pequeño pero insignificante, ya que para él, el libro arranca alto (espectacular el comienzo, aquella bola de nieve que desencadenará la historia), un punto en que baja (no le apasiona demasiado la parte de la guerra), y vuelve a subir a las cotas más altas (el circo, la aparición de Liesl). A los demás, todo, absolutamente todo, nos pareció igual de ameno. Pasan muchas cosas y muy interesantes, con un ritmo portentoso, tan bien escritas, tan culto (Samedimanche apuntó que el nivel de erudición de Davies en la Trilogía de Cornish llega a ser algo pedante, cosa que no llega a ocurrir en la de Deptford). Se valoró especialmente que Davies sorprenda al lector, ningún camino de sus personajes es predecible, está lleno de estupendos giros inimaginables!
No, no es Alan Moore, es WilgfortispowerfulSan Paul Dempster
Ramsay, ¿Protagonista o secundario? Esa es una de las crueldades del teatro de la vida: todos pensamos que somos protagonistas, cuando se hace evidente que somos simples secundarios o figurantes, raramente lo reconocemos... escribe él mismo. Debatimos un buen rato si Dunstan Ramsay se puede considerar o no el protagonista. Quedamos en tablas, porque no creemos tampoco que sea secundario. Ni una cosa ni otra, sería algo así como un protagonista pasivo, a ese consenso llegamos. Pasividad, por otra parte, totalmente original y digna de admiración para sustentar semejante trama. El informe de Ramsay para contraatacar aquella pobre e injusta reseña sobre su persona, deja escrita una vida compartida con personajes increíbles, entrañables y apasionantes. Los repasamos a prácticamente todos, y puestos a escoger preferidos, Closeau y Toronto escogen a Mary Dempster, la santa loca. Julián a la misteriosa y simiesca Liesl. Powerful al bolandista bon vivant Ignacio Blazón. Samedimanche, al más activo de los pasivos habidos y por haber, Dunstan Ramsey. Pero no olvidamos a Leola, la típica chica guapa del pueblo sin demasiadas aspiraciones, la fanfarroneria de Boy Staunton y la bicha de su segunda esposa. El gris oscuro Amasa Dempster. Orpheus Wettenhall y sus problemas con la escopeta. O los padres de Dunstan, buenos no tan malos, condicionados por una estricta educación religiosa, como el resto del pueblo, un Deptford cerrado y opresivo del que quien huye, no vuelve jamás.
Los más atentos lectores sarteneros detectaron un posible error de Davies cuando nos habla de la Virgen de Guadalupe y los españoles, que en realidad deberían ser los mexicanos. Celebramos el momento vodevil entre Liesl y Ramsay, que podría ser un cuento totalmente independiente a la novela, muestra al Davies más teatral (él mismo fue actor en su juventud) y añade un poco de sal gorda al fino sentido del humor presente a lo largo de toda la novela.
En fín, quien dijo aquello que donde hay pelo, hay alegría, no iba nada equivocado. Una velada barbuda y feliz que terminó en tarde de sofá y manta-bota!
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1 comentario:
Qué gran cronista se pierde la prensa rosa con usted, Toronto! Y qué gran anfitrión ganamos nosotros!! Muchas gracias por todo: resultó una excursión al Canadá ampurdanés de lo más vivificante. Pasamos hambre y frío, eso si. Y el libro no nos gustó nada.
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