jueves, 22 de septiembre de 2011

Vivement Dimanche



Llegó el domingo y los sartencitos acudieron a su primera cita literaria del nuevo curso. Madame Clouseau, anfitriona de lujo, recibió en su apartamento. La intención era que la velada transcurriera en el patio, pero unas nubes pasajeras nos trasladaron al interior cuando empezó a llover. Cosas del final del verano. Entorno a la mesa: Insonrible, Samedimanche, Closeau, Julián, Raúl, LittleEmily, B. Powerful, Toronto, Kira y, como invitada de excepción, llegada de México, nos visitó su encantadora hermana A. Debajo de la mesa, encima de la cama y alrededores: Marcello, el lindo gatito de Closeau.

Excepto un delicioso guiso de pommes de terre y el brie, nada más francés y nada de nada alemán o ucraniano para el menú de Suite francesa. Pero bueno, como si de un estraperlo internacional se tratara, hubo sushi japonés, banitsas búlgaras, pan con tomate y embutidos de la tierra, vino de Rioja y coronitas mexicanas. Las nubes descargaron, pasaron y pudimos regresar al patio para los postres (pastel de ciruelas y trufas de chocolate), cafés y copas. De banda sonora de fondo, Closeau puso a la Piaf, algo de chanson y Pink Martini. El vecino contribuyó con su potente aspirador y percusiones aborígenes sacudiendo con brío alpargatas y alfombras.

Este curso, inauguramos sección sartenera:

¡Concurso de cubiertas!

La Sartén Littéraire se decantó por la más sencilla, a la par que elegante, y ganó la cubierta rosada de Salamadra, conmemorativa del décimo aniversario de la editorial.

Némirovsky, Irène. Suite Francesa. Traducción: José Antonio Soriano Marco. Barcelona: Salamadra, 2010. (Narrariva). 544 p. ISBN: 978-84-9838-338-6. 12,00 €

Suite francesa nos gusto por unanimidad. Quedamos todos encantados con la elección. No encontramos ningún pero a semejante obra de arte, al contrario: la lástima de saber que se trata de una obra inacabada y a qué grado de perfección habría llegado si la hubiese terminado y revisado! El manuscrito que milagrosa y afortunadamente se salvó, está actualmente en el Museun of Jewish Heritage de Nueva York.

El tono realista, triste por la situación de sus protagonistas, pero sin sentimentalismos lacrimógenos, también tiene sitio para el humor: el soldado muerto que asiste a su entierro (...y que gordo vienes de la guerra!), la hilarante condesa loca, o esas ordinarias españolas! Bien documentados por los espléndidos anexos de algunas de las ediciones, comprobamos que la prosa de Némirovsky es muy cinematográfica (...ya tardan en hacer la serie!). Con pasajes de una belleza arrebatadora, acompañados de un detallismo desbordante: como describe los interiores de las casas, granjas, los bosques y jardines... de las telas a los cubiertos de plata, el mobiliario y la porcelana... y siempre sin que se haga pesado. Al contrario, todo fluye en la acción de manera ágil y muy elegante. Ni falta ni sobra absolutamente nada. Música perfecta, como una suite de Bach (tomó el título de la novela de la Suite Francesa de Johan Sebastian Bach).

Repasamos la amplia galería de personajes. Némirovsky, que preparaba biografías enteras y detalladas de sus personajes, uno por uno, como paso previo a la redacción de las novelas, borda todos los caracteres por diferentes que sean, con esa manera tan sutil de retratarlos sin ningún juicio moral, que ellos mismos, buenos y malos, se muestren tal como son por sus pensamientos y acciones. Por citar solo tres, diremos que gustó especialmente Arlette Corail, la bailarina; sufrimos todos con el trágico destino del pobre cura Martin Péricaud; no gustó demasiado la actitud algo bruta de Benoît (aunque abría un interesante hilo sobre la reivindicación de los derechos de los más pobres, aumentada a raíz de las injusticias que las diferencias de clase propiciaron durante la Segunda Guerra Mundial). El tema del colaboracionismo con los alemanes nos llevó hasta... 'Allo 'Allo! Y también a casos de judíos que no huyeron y sobrevivieron la mar de bien, como Gertrude Stein y Alice B.Toklas. Y cayó una recomendación para conocer el punto de vista inglés de la ocupación nazi a través de Good Evening, Mrs Craven, de Mollie Panter-Downes.

Irène Némirovsky con su madre, Anna Némirovsky, en 1912 o 1913.

No pudimos separar la novela de la vida de su autora, que recordamos terminó muriendo en el campo de concentración de Auschwitz. Con La agonía de Francia de Manuel Chaves a mano, supimos que muchos franceses no huyeron porque estaban plenamente convencidos de que su país no les defraudaría y nada malo les iba a pasar! Además, Némirovsky en aquella época era ya una escritora de prestigio y quizás se confió demasiado de por ser quien era pensando que no la deportarían. Tristemente no fue así.

Entre los sartencitos había quien conocía otras novelas de la misma autora, en concreto Los perros y los lobos, El ardor y la sangre o El baile... Y viendo ahora todos con Suite francesa como escribía esta señora, no entendemos que, aún gozando de cierta fama y reconocimiento, no figure ya entre los grandes nombres de la literatura universal.

Y para la próxima Sartén...

No abandonamos la Segunda Guerra Mundial, pero sí hacemos un cambio de registro radical. Toronto propone un viaje por el tiempo desde Dresden a Trafalmadore subidos en la nave espacial de Kurt Vonnegut: Matadero Cinco.


1 comentario:

Insonrible dijo...

Très bien, très bien, cronista Toronto. Como siempre, muy completo. Ahora mismo no recuerdo si has puesto eso de que los "franceses se retrataban a sí mismos"... En todo caso, ¿quién no saca lo peor de uno mismo en una guerra?