sábado, 25 de abril de 2009

Bienvenidos a casa...

Edwin Hayes
Coast Scene
, 1912
Dublin City Gallery The Hugh Lane)

William Hope Hodgson (1875-1918) es sin duda uno de los representantes más originales de lo que se ha dado en llamar el «cuento materialista de terror». La asombrosa facilidad de Hodgson para recrear atmósferas angustiosas y oprimentes fascinó a H.P. Lovecraft y los escritores de su círculo. A propósito de esta obra, decía Lovecraft: «La casa en el confín de la tierra (1908) -quizá la mejor de todas las obras de Hodgson- trata de un caserón solitario y temido de Irlanda, que constituye el centro de espantosas fuerzas del trasmundo y soporta el asedio de híbridas y blasfemas anormalidades que surgen de secretos abismos inferiores. Los vagabundeos del espíritu del narrador durante ilimitados años-luz del espacio cósmico y kalpas de eternidad y su asistencia a la destrucción final del sistema solar, son algo casi único en la literatura fantástica. Por lo demás, a lo largo de la historia se pone de manifiesto la capacidad del autor para sugerir horrores vagos y emboscados en un escenario natural.»

Texto: Valdemar

miércoles, 22 de abril de 2009

Noria gastronómica


Lola opina que el tratamiento que Haruki Murakami da a los gatos en sus novelas no está del todo bien aprovechado. De hecho, Lola se encuentra en pleno proceso de redacción de una tesis sobre ese tema y por ello desapareció de su hogar durante unos meses. Volvió sana y salva y sabiendo mucho al respecto. Actualmente está en contacto directo con Murakami como asesora felina de la próxima obra del autor nipón.


Cerveza Sputnik, gentileza de Toronto (y fabricada en Zaragoza). Es que Toronto se las sabe todas. Es un sabueso de los productos urbanos de primera necesidad. Nos quitamos el sombrero ante su eficacia. Sabe sacar un provecho de los supermercados como nadie. Logró dejarnos a todos con la boca abierta.



Notas, igual de eficaces, de Toronto. Ese gesto de la mano denota erudición y una lectura atenta. La mano de R, por el contrario, se encontraba en la posición opuesta y apuntando con el dedo gordo hacia abajo todo el rato (tanta actitud negativa no te llevará a ninguna parte, querido...).

Lo siento, pero no hay documento gráfico del salmón marinado de la madre de Toronto, que estaba buenísimo (gracias en la distancia, señora). Ni del wok de verduras de Insonrible, que no sabía muy japonés pero que sí estaba hecho en un wok japonés de Muji. El tzatziki de Clouseau estaba buenísimo. El vino griego retsina de BPw fue más sorprendente y a casi todos nos pareció que este tenía sabor a árbol ambientador, de esos que se cuelgan en el interior de los coches (pero todo es cuestión de educar el paladar).

Y, para acabar, esas delicias japonesas que trajo una de la nuevas y los aperitivos de la otra nueva (que todavía no tienen nombres sarteneros, pero ya las bautizaremos con un golpe de perol), estaban exquisitos.

Le satellite littéraire


Murakami, Haruki. Sputnik, mi amor. Barcelona: Tusquets, 2008. (Maxi Tusquets; 004/3).248 pág. ISBN: 978-84-8383-516-6. 7,95 €.

A la espera de las opiniones de quienes no pudieron asistir a la última velada de La Sartén Littéraire (Se las encontró a faltar, ¡Posteen señoras!)… podemos decir que Sputnik, mi amor entre los presentes gustó y por mayoría, bastante amplia si incluimos a Lola, la gata del anfitrión. A la minoría de los reunidos no les llegó al alma la historia de K., Sumire y Miu (esos tres satélites solitarios que giran y giran en órbitas separadas), reconocieron que quizás la leyeron en un momento personal inapropiado… pero tampoco les entusiasmó demasiado el estilo de Murakami cuando se recrea en la descripción detallada de lo más cotidiano para, de golpe y sin previo aviso, encajar acto seguido esas reflexiones sobre el sentido de la vida de sus personajes… que pueden dejarte K.O., o no. División de opiniones también en pasar de largo o, por el contrario, investigar a fondo las referencias ocultas que Murakami esconde tras esas frases como fuera de contexto que parecen no venir a cuento… Para R. mejor pasar directamente a los libros de Kenzaburō Ōe, aunque compartió con quien había leído más novelas de Murakami que Sputnik, mi amor es una novela breve (que no menor) donde se apuntan temas y estilos que amplió, desarrolló y mejoró, por ejemplo en la celebrada Crónica del pájaro que da cuerda al mundo.

¡Como una ola!
(Foto: Ola de Kanagawa. Hokusai)

Sí hubo cierto consenso en situar el punto más alto de la novela cuando K., el narrador, lee los documentos que Sumire abandonó en un disquette, especialmente el episodio de la noria. Es el gran momento que marca los desdoblamientos surrealistas, desconcertantes y a la vez tan excitantes para el lector que no busca encontrar soluciones a todo… similares a películas de David Lynch como Carretera perdida, aunque Murakami sea muy pop y Lynch más rockanrolero. Momento que lleva a hacer muchas y variadas interpretaciones para encontrar el paradero de Sumire: ¿Será el otro lado como apuntó Insonrible? Que vivan los cabos sueltos…

Tanta soledad, hermetismo, faltas de afecto y comunicación llevó la tertulia hacia esa visión, quizás tópica y errónea, que tenemos de los japoneses en occidente: nos parecen astronautas. Aunque puedan desatarse enloquecidos a la mínima ocasión (prueba de ello este video gentileza de La Abutrí con Cyndi Lauper montándola en la tele japonesa...), rápidamente recuperan muy severos el control total, bajo una estricta educación ocultan una parte de sus sentimientos, igual que las noticias sobre la situación de su país en tiempos de crisis o los trapos sucios de cuestiones tan feas como aprobar la pena de muerte…

Y hasta aquí sólo algunos apuntes de lo que aconteció…

lunes, 6 de abril de 2009

Un domingo Murakami

Haruki Murakami
(©Foto: Katerina Barjau)

Ayer El País y El Periódico publicaban entrevistas a Haruki Murakami en sus suplementos dominicales. La de El País Semanal 05/04/2009 se puede leer en abierto por Internet:

"Mis libros triunfan en el caos" Haruki Murakami . Entrevista de Jesús Ruiz Mantilla.

Surrealista y amante de la cultura pop, Murakami es el gran escritor japonés de principios de siglo. Visitó por primera vez España y habló de sus manías y obsesiones.