Mientras se reunía La Sartén
Littéraire, actividad indoor donde las haya, probablemente algún
grupo de turistas irlandeses en camiseta de tirantes, minichorts y
chanclas apuraban los últimos sorbos de cerveza y los rayos de
sol de un fin de semana radiante en Barcelona, antes de volver a su
país, resacosos y rojos como gambas en un vuelo de Ryanair. Ay,
Eilis, como han cambiado los tiempos...
Por orden de llegada a la casa de B.
Powerful, nuestra ilustre anfitriona, acudireron a la cita sartenera:
Closeau, Toronto, Samedimanche, Insonrible, Raúl, Julían y Kira.
Excusó su ausencia LittleEmily, convalesciente bajo los efectos del
ibuprofeno por culpa de un costipado primaveral.
320 p.
ISBN: 9788499890487.
ISBN: 9788499890487.
9, 95 €
Brooklyn de Colm Tóibín gustó,
no por unanimidad, ni con el mismo entusiasmo por todos sus
defensores, pero sí, gustó a la mayoría, empezando por
Samedimanche y, por supuesto, por B. Powerful, que fue quien la
escogió. Explicó porqué: antes de leerla, era una novela de
aquellas que te persiguen y, cosa de las casualidades, se la fue
a encontrar en su mesa de trabajo... Una vez leída, quedó muy
sorprendida por el desenlace. Un tramo final que puede llegar a
incomodar al lector, porque en su condición pasiva se queda con
ganas de extrangular a esa protagonista tan pan sin sal que va
navegando a la deriva en un mar de dudas.
Brooklyn despertó controversia
en la sartén, pero diferenciamos entre tener manía a la
protagonista y el juicio global de la novela. Algo parecido nos había
pasado ya antes con Bandini en la sartén de Pregúntale al
polvo, (¡Vaya tipo insufrible, el Bandini!). Pero no, que el
protagonista caiga mal no tiene que significar que la novela sea
mala. Aunque con Brooklyn no nos quedó tan claro, ni llegamos
a un acuerdo, sobre si era la intención de Tóibín, o es que le
quedó así: una historia desde la óptica de alguien que mira la
vida pasar, cero en iniciativa y decisión, que tiene delante nada
más y nada menos que todo un Nueva York por devorar y ni se inmuta. Y hablando del autor (al que Julián
encontró un señor encantador en la
entrevista), Kira apuntó dos defectos relacionados con él,
respaldados también por Insonrible: Uno: se nota mucho como dirige
la trama, su presencia constante entre líneas. Dos: pesa una óptica
demasiado actual en la recreación de la época de los 50'. Se
añadió que incluso pasajes muy bonitos como la vida cotidiana de la
comunidad irlandesa católica de provincias peca de algo tópica, muy
vista ya. O que tampoco aborda con el empaque de otras novelas
similares la inmigración de los irlandeses e italianos que llegaban
a Nueva York.
Lástima que Brenda Fricker esté algo
mayor para el papel,
porque, según Closeau, de joven habría dado
una buena Eilis para la adaptación al cine de Brooklyn.
El personaje que más nos gustó fue la
hermana de Eilis, Rose, esa chica independiente con un punto de
misterio. Seguida del bueno de Tony, al que Closeau, responsable de
la selección musical que sonó de fondo durante la velada (la
mayoría grupos irlandeses: Waterboys, The Pogues, Enya... todo por
cortesía de Spotify) , le dedicó el Sapore di Sale, por
italiano y por el bonito episodio en la playa. A Toronto le
sorprendió el padre Flood, por su faceta como proveedor de chicas
jóvenes irlandesas, carne fresca, para aumentar la comunidad
irlandesa en Brooklyn.
¡No se fíen de ese dedo!
Ganó el
concurso de portadas la de la editorial Lumen, que es la primera de la
izquierda y la más vintage!
Y no olvidamos recordar qué comimos,
aunque esta vez olvidamos hacer las fotos! Aperitivos con cerveza
irlandesa que trajo Closeau, ensalada de pasta a cargo de Toronto,
guacamole de Insorible, vino y otras bebidas que trajeron Raúl y
Julián... Pero el plato estrella de la velada fue sin duda el estofado
de ternera con cerveza Guinness que se marcó Samedimanche:
¡¡¡Buenísimo!!! De postre, tarta de manzana casera que hizo Kira,
acompañada de los cafés y licores para terminar, el broche final de nuestra anfitriona.
Para la próxima sartén, un nuevo viaje
transoceánico! Kira propuso Cristóbal Nonato de Carlos
Fuentes, así rendiremos homenaje al escritor recientemente
fallecido, muchos descubriremos su obra y todos aprovecharemos para
volver a gritar a pleno pulmón algo que nos encanta:
¡VIVA MÉXICO, CABRONES!