Esmé; Hermann el Irascible; Sredni Vashtar; El huevo de Pascua; El barco del tesoro; Los fabuladores; El método Schartz-Metterklume; La prima Teresa; La tortilla bizantina; El cuentista; La onomástica; La bienhechora y el gato dichoso.
Trafalgar Square by Moonlight,
c1865
(Wikimedia)
Un rey maquiavélico que descubre una fórmula para quitarse de encima a las sufragistas, un método práctico de enseñanza de historia un tanto particular, un sablista que encuentra la horma de su zapato, una socialista de clase alta que contrata a un especialista en tortillas bizantinas y una hiena menos amaestrada de lo esperado son algunos de los protagonistas de los cuentos impertinentes, mordaces, macabros, sutiles y desternillantes de Hector Hugh Munro, Saki, que se recogen en este volumen. El estilo ácido y punzante del autor, que admiraría e inspiraría a creadores como P. G. Wodehouse, Jorge Luis Borges, Graham Greene o Tom Sharpe, impregna estas páginas, en las que Saki nos ofrece una afilada disección de los convencionalismos de la sociedad eduardiana que le tocó vivir y cuyos delirios, desatinos y vicios supo destapar gracias a una lúcida e irónica inversión del orden natural de las cosas, en muchas ocasiones con toques mágicos o fantásticos.
Al igual que Wilde y Wodehouse, Saki se movía como pez en el agua por los clubes y las casas de campo de la clase alta, cuyos disparates e hipocresías dejaba al descubierto con un ingenio afiladísimo —ha escrito sobre él Patrick McGrath—. Es un placer descubrir a un escritor con una concepción de la humanidad imbuida de un pesimismo tan sombrío como el de Swift, Céline, Bernhard o Kingsley Amis.
Saki, seudónimo de Hector Hugh Munro (Akyab, Birmania, 1870 - Beaumont- Hamel, Somme, Francia, 1916) era el menor de tres hermanos. Su padre era Inspector de la policía birmana y, al morir su esposa, envió a sus hijos a Inglaterra al cuidado de unas tías. Algunos de los personajes de sus obras proceden de este ambiente familiar. Cuando tenía 23 años se enroló en la policía militar de Birmania, pero a causa de unas repetidas crisis de malaria abandonó el servicio, volvió a Inglaterra y empezó a escribir artículos satíricos para la Westminster Gazette en 1896. Fue corresponsal del Morning Post en los Balcanes y también cubrió otros países, como Rusia, Polonia y Francia. Entre 1904 y 1914 publicó Reginald, Reginald en Rusia, Las crónicas de Clovis, Cuando llegó William y Animales y más que animales. Alistado en el ejército, murió en noviembre de 1916 en acto de servicio.
Textos: Navona Editorial