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Je vous parrrrrrrle d'un temps que les moins de vingt ans ne peuvent pas connaîtrrrrrrre ... La bohème, la bohème... Sonaba la voz de Charles Aznavourrrrrr en el tocadiscos mientras iba llegando la Sartén Littéraire al salón de Madamme d' Insonrible. En la cocina, alboroto con los últimos preparativos de la comida. En una habitación contigua, Kira concentrada terminando de leer el libro a su ritmo maratoniano.
La bohème, la bohème... Nous ne mangions qu'un jourrrrrr surrrrrrrr deux... nada más alejado a nuestra realidad: pastel de verduras, escalopes de pollo al roquefort, patés, quesos, brazos de gitano con chocolate caliente, magdalenas de Cup&Cake, vino francés.... Desde luego, nada de pasar hambre en La Sartén. Primero se come y después, ya en los cafés y licores, vamos a por la tertulia, esta vez sobre
Las ilusiones perdidas de Honoré de Balzac.
En la foto, Red velvet, una magdalena riquísima y nada bohemia.
Ne me quitte pas, je peux pas oublié... ahora cantaba Edith Piaf. Las ilusiones perdidas se hizo un poco pesada, pero gustó y a nadie se le ocurrió abandonar la lectura, aunque más de uno declaró sin rubor que pasó la guillotine en algún que otro capítulo... Flotaba en el ambiente el orgullo y el placer de haber leído a uno de los grandes clásicos franceses. La trama - puro folletín, apuntó Julián- sostiene una novela densa, desbordante de información: mil datos, nombres y detalles... ese realismo enciclopédico que en su época (de la que retrata usos y costumbres) y por entregas, debía hacerse mucho más ligero de digerir.
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V.Cornis
La fabrique CAMOIN de la rue d’Aubagne, 1861
(Se usó para la cubierta de la edición de bolsilo francesa)
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Con algo de relleno para alargar la trama y para llegar a todo tipo de público: del interesado sólo en la crónica rosa entre los amoríos y vestidos de lujo, al que se interesaba más o igual por el funcionamiento de un molino papelero, de una imprenta, la economía regional o los entresijos del mundo editorial. Así lo expuso Insonrible, aunque Samedimanche no estaba tan de acuerdo... ya que sus admirados Charles Dickens , Wilkie Collins y otras anglo-momias del XIX trabajaban por entregas y leídos de un tirón se hacen mucho más amenos. Honorato era así, no lo podía evitar, trabajador incansable, tenia cuerda para rato y... ¡ muchas deudas que pagar! Balzac, recordó Insonrible, abrió varios periódicos que fracasaron estrepitosamente y le arruinaron varias veces. Tuvo que encerrarse para desaparecer (como David en la novela) y escribir mucho para devolver hasta el último céntimo. Closeau recordó que Gerard Depardieu protagonizó el biopic sobre la vida de Balzac y que también el pobre Depardieu va dando bandazos en su vida personal, como cuando su hijo paseó todas las miserias familiares por los
journal de Patrice de las teles de Francia ...
Balzac, Honoré de.
Il·lusions perdudes.
Barcelona: Proa, 2008.
(A tot vent; 503). 584 p.
ISBN: 9788484374756
Mais mort ou vif, Je reste négatif... la voz de cazalla de Benjamin Biolay susurraba de fondo. Honoré de Balzac no deja títere con cabeza. Vaya panda de indeseables desfilan por la novela. Nadie cogió mucho apego por alguno. Empezando por Lucien de Rubempré, ese poeta ubersexual, joven inexperto en todo, ambicioso y arrogante, afectado de vergüenza ajena por el arte de escribir, dandy provinciano sensible y amanerado (algo de tomate filo-gay entrevió Julián en esa relación con David, el íntimo amigo, como un hermano... Y no hablemos ya de esa relación de secretario y esclavo sumiso del cura español... ). Su círculo familiar (Éve, David, la madre) de tan asquerosamente buenos, son tontos. El padre de David, la avaricia personificada, al que encontramos una bis cómica muy de agradecer. Como también la tiene Louise de Bargeton, patética en ese ansia por quitarse de encima en París a la provinciana que lleva dentro, por aparentar ser más joven, o en dárselas de intelectual... En el mundo de la literatura, el periodismo y el teatro del XIX francés, queda claro que si no tenías un buen enchufe, no llegabas demasiado lejos (y los tiempos no han cambiado demasiado...). Balzac recrea toda una galería de arquetipos con los que se despacha a gusto sobre la juventud, el amor, la fe, el honor, la ambición, la envidia, la falsedad, la amistad, el perdón, la culpa, la decepción, la fama, las apariencias, el interés, la corrupción, el amiguismo, la justicia, la diferencia de clases, el chantaje, la conspiración, el sacrificio, el talento, la venganza, la muerte, el destino, la perversión... contra algunas situaciones que probablemente le tocaron vivir. Las ilusiones perdidas no son únicamente las del desdichado Lucien. Balzac era muy dado a sentenciar con frases lapidarias (Kira terminó varios paquetes de post-its para marcarlas) y también se le puede achacar un gusto muy pedante por citar y situarse entre referentes de altura (Hugo, Voltaire, Molière...) con bastante frecuencia y ni gota de pudor.
Balzac, Honoré de. Las ilusiones perdidas.
Barcelona: DEBOLSILLO, 2007.
752 p.
ISBN: 9788483464298
Je t’aime je t’aime, Oh oui je t’aime - Moi non plus - Oh mon amour... la Birkin y Gainsbourg maúllan como gatos en celo. Oh oui, oui, Las ilusiones perdidas nos gustó, pero como la escritura de Balzac, en La Sartén Littéraire somos muy dados a irnos por las ramas, así que terminamos hablando del libro y de mil cosas más: nuevas lecturas, música, películas por ver, series de televisión, muchas series... Honorato, ¿miramos la tele un rato?
Y para la próxima reunión sartenera, escoge Toronto y nos vamos todos al Canadá con El quinto en discordia de Robertson Davies.