viernes, 31 de mayo de 2013

Siempre hemos vivido en Grey Gardens


Edith Bouvier (la auténtica) 
abre las puertas de Grey Gardens a La Sartén...

Hace tiempo que eme me recomendó esta película y no la había visto hasta hoy... voy a estar un tiempo con stress post-traumático.
No voy a contaros mucho sobre Grey Gardens porque lo que hay es que verlo. Hay que ver a Drew Barrymore y a Jessica Lange en estado de gracia en sus interpretaciones de Big y Little Edith Bouvier Beale, dos extrañas mujeres que vivieron una vida extraña encerradas en su casa de East Hampton hasta que los cineastas Albert y David Maysles rodaron un documental sobre ellas (el homónimo Gray Gardens ) en 1975 y sacaron a la luz a las extravagantes tía y prima, respectivamente, de Jacquie.
Ahora su historia es el argumento de un musical famoso. Una gran paradoja.
Aquí os enlazo una galería de fotos impresionante de la revista Life para que podáis comparar con esta de encima, de las actrices caracterizadas.


Pero, por favor, ved la película. Visitad Grey Gardens, su jardín amurallado, sus gatos, sus mapaches...
Os dejo el trailer del documental original.
"Bigger than Life"


Texto posteado por Samedimanche en Maelström: Grey Gardens: las locas del desván de Jacqueline Kennedy. (29/06/2010).

martes, 28 de mayo de 2013

Siempre hemos vivido en Harlem


  Residencia de los Collyer
   (ca. 1947)

Como las hermanas Merricat y Constance en su castillo, de los Blackwood de toda la vida...  Homer y Langley, los hermanos Collyer, siempre vivieron en su casa familiar del barrio de Harlem, Nueva York.


Los padres de Homer y Langley murieron a causa de la gripe española, dejando en herencia a sus dos únicos hijos, muy jovencitos, la mansión y el resto de la fortuna familiar,  lo que les permitió vivir sin tener que trabajar. Homer era ciego desde la adolescencia, Langley volvió muy tocado de combatir en la Primera Guerra Mundial. Con fama de excéntricos por las pintas dejadas que lucían, perseguidos por los periodistas locales y espiados por los vecinos, los hermanos terminaron atrincherados en la casa, solos, sin servicio, envejeciendo escondidos como dos fantasmas. Pero salían de vez en cuando, lo necesario para ir acumulando en la casa pilas y pilas de periódicos, revistas, libros y toda clase de  objetos (máquinas de escribir, armas, televisores, pianos, máquinas de coser, tapices, relojes...). Murieron el mes de marzo de 1947 y los encontraron semi-enterratdos entre toneladas de basura y rodeados de todos aquellos objetos, que poco después se subastarían, produciendo una gran expectación en la ciudad. Las impresionantes fotos del interior de la casa una vez entraron los bomberos y la policía, terminaron de dar cuerpo a la leyenda de los hermanos Collyer.



E.L. Doctorow noveló la historia de los Collyer en Homer y Langley (2010).

sábado, 4 de mayo de 2013

Siempre hemos vivido en el castillo




«Me llamo Mary Katherine Blackwood. Tengo dieciocho años y vivo con mi hermana Constance. A menudo pienso que con un poco de suerte podría haber sido una mujer lobo, porque mis dedos medio y anular son igual de largos, pero he tenido que contentarme con lo que soy. No me gusta lavarme, ni los perros, ni el ruido. Me gusta mi hermana Constance, y Ricardo Plantagenet, y la Amanita phalloides, la oronja mortal. El resto de mi familia ha muerto.» Con estas palabras se presenta Merricat, la protagonista de Siempre hemos vivido en el castillo, que lleva una vida solitaria en una gran casa apartada del pueblo. Allí pasa las horas recluida con su bella hermana mayor y su anciano tío Julian, que va en silla de ruedas y escribe y reescribe sus memorias. La buena cocina, la jardinería y el gato Jonas concentran la atención de las jóvenes. En el hogar de los Blackwood los días discurrirían apacibles si no fuera porque los otros miembros de la familia murieron envenenados allí mismo, en el comedor, seis años atrás.


Shirley Jackson (San Francisco 1916 ― Bennington 1965) estudió en la Universidad de Syracuse. En 1948 aparecieron su primera novela, The Road Through the Wall, y el cuento «La lotería», que se ha convertido en un clásico del siglo XX. Su obra ―que también incluye otras novelas como Hangsaman (1951), The Bird’s Nest (1954) o La maldición de Hill House (1959) y los ensayos autobiográficos Life Among the Savages (1953) y Raising Demons (1956)― ha ejercido una gran influencia en Stephen King, Richard Matheson, Jonathan Lethem y Donna Tartt, entre otros escritores. En 1962 publicó Siempre hemos vivido en el castillo, que fue considerada por la revista Time como una de las diez mejores novelas del año.

Textos i foto de la autora: Editorial Minúscula

Foto del castillo: Edward Scissorhands (Tim Burton, 1990)

miércoles, 1 de mayo de 2013

Sartén gris


 En un día gris,
 yo prefiero una casa
En un día gris, un mantel a cuadros blancos
Pa-pa-ra-pa

... cantaban Aventuras de Kirlian. Así que pícnic suspendido por la lluvia, pero, mantel de cuadros incluido, la Sartén Littéraire se celebró igualmente el domingo 28 de abril en chez Toronto, anfitrión (junto a Beverly Sarrià...) de la velada. Acudieron a la cita, por orden de llegada: Clouseau i La Abutrí de Getafe, Samedimanche, Insonrible, LittleEmily, Julián y Raúl. Excusaron su ausencia: Alla (por culpa de un catarro primaveral), Kira (allons enfants de la patrie) y B. Powerful (andaba probando todos los masajes de un balneario).

 Éxtasis del punto uniforme de la manta
(Foto flou gentileza de Buscadores de fantasmas)


En lugar seguro de Wallace Stegner gustó a la minoría que alcanzó a leerlo a tiempo. De tres, solo apasionó a uno, Toronto, que por eso lo había escogido. A Samedimanche, que la encontró tristona, también le gustó, destacando por encima de todo que está muy bien escrita. A Clouseau le gustó, pero menos, se aburrió un poco, confesó, y también coincidió con Samedimanche que algunos personaje cojean (por ejemplo Sally Morgan, polio aparte...), están algo desdibujados. Quizás a esta novela igual hay que echarle de comer aparte, sí. Ambientalismo le llaman. Aparentemente no pasa mucho, igual algunos dirán que nada... pero en realidad sí pasa, pasa la vida (... pasa la vida pero sin Maria Teresa Campos, por favor!). No debe ser nada fácil lograr escribir con tanta elegancia y sentimiento los momentos cotidianos entorno a la amistad, el respeto y la generosidad, inquebrantables a prueba de múltiples vicisitudes que en ningún momento destacan por ser extraordinarias (en esta novela no hay golpe de efecto alguno): los éxitos y fracasos laborales, los hijos, las excursiones en verano, alguna situación tensa que nunca llega a explotar (¡las bolsas de té!), la separación durante muchos años sin prácticamente mantener contacto, el reencuentro. Marca de Stegner es el conocimiento experto del mundo de los profesores de universidad porque él lo fue. Clouseau señaló qué poco ha cambiado todo en ese mundo, continúan igual las envidias, enchufes, afán por publicar... En otro orden, no menos importante, está la descripción del paisaje, algo que también borda Stegner y el lector disfruta plenamente: queremos una casa en Vermont! Tuvimos tiempo también para recordar algunos pasajes que más calaron por su belleza, Toronto destacó por ejemplo el baño matinal de los Lang en el río bajo la mirada pura, llena de admiración y cariño, rayando lo idílico, de Larry, el narrador. Y no pasó nada desapercibida la rica y elegante Charity Lang, el personaje más controvertido, aparentemente esposa, madre y amiga perfecta si no fuese por ese ansia en controlarlo todo incluso después de muerta.


No hubo concurso de portadas porque  esta vez solo había  una  portada, muy bonita, como todas las de Libros del asteroide:

Stegner, Wallace
En lugar seguro
Traducción de Fernando González. 
Barcelona: Libros del asteroide, 2008. 
392 p. 
ISBN: 978-84-936597-1-4. 
21,95 €. (E-book 12,99 €).


¡Pasemos al menú!


No hay pícnic indoor que se precie sin su mantel de cuadros (pa-pa-ra-pa) y para comer: sandwiches (estos de salmón, buenísimos!), carne rebozada (Kira, que lo sepas, es importante: ¡de pollo!), tortilla de patatas y ensaladilla rusa. Bebimos cerveza, vino, coca-cola zero i agua. El postre, un estupendo pastel de crema y chocolate de Pastelería Clarita, fresas con helado de chocolate y los cafés.

El pollo de Toronto
(Foto gentileza de Mi extraña adicción)

Ellas y Beverly Sarrià 
también están enganchadas al canal Xplora

Para la próxima sartén, escogió LittleEmily, quien nos propone una novela de tinte gótico de alto voltaje:  Siempre hemos vivido en el castillo de Shirley Jackson. Probaremos por segunda vez de hacer un pícnic al aire libre y lo propio sería cerca de las ruinas de algún castillo...  Esperemos que a finales de mayo el buen tiempo acompañe y que nadie traiga veneno en la cesta.