miércoles, 24 de marzo de 2010

Marisaki



Domingo gris y lluvioso el del primer día de la primavera (la maldita primavera, ya lo dijo Yuri), pero esto no impidió que la Sartén, casi en pleno, se reuniera de nuevo. En esta ocasión, para charlar entorno a los Doce cuentos impertinentes de Saki.

Había cierta expectación porque B. Powerful nos recibía por primera vez en su casa. Todos los misterios que días antes elucubramos tan impertinentemente sobre cómo sería la casa: que si muebles negros, indicios del síndrome de Diógenes, altares llenos de velas, un cadáver en la bañera… olvidados están, porque no los hay. Resultó ser un piso muy acogedor y recibimos las atenciones de una gran anfitriona.

Pasemos entonces a algunas de las cosas que se dijeron durante la tertulia. La primera, otra impertinencia, fue sobre el libro y la soltó Raúl: solo una maricona mala podía escribir esto. Después de semejante titular, Raúl se explicó mejor: Saki tenía una lengua afilada y la usó todo lo que pudo contra su entorno, el de la alta sociedad eduardiana, en el que se sintió siempre repudiado por ser homosexual (no declarado, porque nunca lo hizo público y porque de haberlo hecho, habría ido directo a la cárcel, como hicieron con Oscar Wilde por una simple acusación) y por su tez morena (su parte birmana más visible).

B. Powerful explicó que escogió los cuentos de Saki porque siempre le proporcionaron sonrisas para aplacar cualquier momento de bajón de ánimo. Ganaron por mayoría (que no absoluta…) los que sí les había gustado el libro, considerándolo un juego de dardos envenenados muy bien escrito por un autor que se luce inteligente, observador, detallista, crítico, mordaz, divertido, cruel, clasista e incluso xenófobo, misógino, misántropo… liberal o reaccionario, la cuestión en Saki es ser siempre políticamente incorrecto… Además, como dijo Yosoyjulian, fue más experto en anécdotas que en cuentos. Lo suyo fueron doce auténticos folletines que escribió para el periódico igual de bien como los debía explicar rodeado de otras víboras durante las innumerables fiestas a las que asistió.


Cuentos llenos de perlas del tipo: La pobreza mantiene unidos a más matrimonios de los que rompe. Frase perteneciente a Esmé, el primero de los cuentos y para algunos el mejor, que deja el inicio del libro en lo alto, para después ser más irregular. Se repasaron algunos grandes momentos de los doce, todos muy divertidos, pero hubo división de opiniones general sobre los finales. Para algunos, demasiado urgentes y desdibujados, del tipo ahora termino porque sí. Para otros, en su justa medida, para dejar al lector que cierre con algo de su imaginación y conclusiones propias. Además de Esmé, quedaron entre los preferidos El barco del tesoro, El huevo de pascua y El método Schartz-Metterklume. De una recopilación de cuentos de Saki publicada por Anagrama, Raúl recomendó especialmente El ratón y El salvaje.

Encabezando la oposición, Insonrible se alzó en contra. Consideró el libro repetitivo, siempre hablando con odio de lo mismo y de los mismos personajes. Todos los cuentos se parecen demasiado y resultan llenos de recursos fáciles, monótonos. Toronto compartió tímidamente la opinión, pero a Samedimanche le pareció que eso no era un defecto, sino tener estilo y que si resultaba tan fácil, probaran de hacerlo. A Kira, eso de hablar siempre de lo mismo, le recordó en aquel momento a Amelie Nothomb, menuda pesada la belga.

Saki.
Doce cuentos impertinentes.
Traductor: Carlos Mayor.
Barcelona: Navona, 2009.
(Breves Reencuentros; 9).
120 pág. ISBN 978-84-92840-01-4. 7,50 €

La edición de Navona nos pareció correcta. Desde la portada (Yosoyjulian, hombre de actividades, se identificó especialmente con la ilustración) al formato y la selección de sólo doce cuentos. Un libro pequeño que a Kira hasta le dio vergüenza sacarlo en el metro. La imaginamos rodeada de cientos de lectores lanzándole miradas inquisitivas con sus tochos de Stieg Larsson en las manos.

Y hasta aquí un breve resumen… a la espera del reportaje fotográfico (esta vez sí) con más detalles de la velada.

Para la próxima Sartén, Closeau escogió un viaje a la América profunda de la mano de Sherwood Anderson y su aclamado Winesburg, Ohio.

(Fotos: Scenes from an Edwardian garden party. En: Flickr lovedaylemon)

2 comentarios:

Insonrible dijo...

¡Gracias por el resumen, Toronto! Como siempre, muy acertado, conciso, inteligente y divertido.
Sí, esta vez habrá reportaje fotográfico.Mañana por la noche me pongo en el empeño de la documentación gráfica.

Toronto dijo...

De nada Insonrible. Si no me cuesta nada esto del resumen porque la sartén es un no parar de cascar. ¡La de cosas que seguro me dejo! Ah, sea benévola con las fotos... ese tercer ojo...