martes, 13 de julio de 2010

La Sartén en llamas

De esta guisa andan algunos en verano...
(Foto: 20 minutos)

Domingo de calor, mucho calor... casi como en el Coloso en llamas... Refugiados bajo el aparato de aire acondicionado del salón comedor de Samedimanche, La Sartén Littéraire se reunió para charlar y comer entorno a Invisible de Paul Auster. No contamos con la opinión de Raúl, sartenero que había escogido el libro, porque no vino. Se hizo el invisible, chiste fácil... Sabíamos que le había gustado mucho, pero no lo pudo defender con la pasión desatada de rompe y rasga a la que nos tiene acostumbrados, así que iremos directos a algunos aspectos que comentaron los presentes y visibles.

¿Gavilán o paloma?
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Esta vez empezaremos por Closeau, que siempre se queja que no la dejan hablar. Cuando pudo, aseguró que el padre de familia de aquel anuncio de un banco con la canción “Gavilán o paloma” se parece a Paul Auster. Muy interesante su aportación, Closeau. Si no lo aprecian bien en la foto, pueden comprobarlo mejor aquí (si no lo han suprimido). Vaya de paso todo esto dedicado a la gran Abutrí de Getafe, sartenera invisible en la distancia que no en el recuerdo, que se queda sin palabras (se mea, vaya) con la canción de Pablo Abraira.

Continuemos. Invisible nos gustó por mayoría absoluta, pero de maneras distintas, sin mucho aspaviento general. Sus personajes se encontraron altamente esteriotipados, rozando lo infantil y lo risible: el malo es malísimo, el bueno buenísimo, la francesita misteriosa de no-intentes- comprenderme-que-soy-muy-complicada, el escritor de éxito tan competente y comprensible él, etc.. hasta la francesita tonta tontísima de irritable que cierra la historia (y que lee a Vilamatas...). Sin embargo, la novela funciona. Engancha, sus cambios de voz narrativa y giros de rumbo sorprendentes te arrastran, quieres saber qué va a pasar. Un interés que para algunos costó en arrancar, pero que después crece y no decae más. Y es que el Sr. Auster, coincidimos en opinar, escribe muy bien y se las sabe todas... El azar (Insonrible apuntó que al propio Auster le tocó una herencia que le permitió dedicarse a escribir), las casualidades, personajes que sufren cambios desafortunados, situaciones inesperadas... Invisible tiene todos los elementos habituales de Auster, pero según los presentes que más le han leído, no es su mejor novela, que a una por año, el hombre está imparable. Se apuntaron en la cima la Trilogía de Nueva York y Leviatán (aunque a Julián esta última no le gustó nada). A Kira y Samedimanche les gustó más Brooklyn Follies que Invisible.

Debatimos sobre el título, ¿porqué se llamará Invisible? Insonrible mostró la foto de la cubierta de la edición de Círculo de lectores que ella leyó, muy ilustrativa para entender el porqué al que llegó. Muestra un hombre cubriendose el rostro con sus manos. Ahí se esconde quien está detrás de toda historia, oculto, invisible, quien maneja los hilos de la imaginación, de la verdad y la ficción, no es otro que el escritor. Invisible, sin duda, atesora una original reflexión sobre el hecho de escribir.

Comentamos los escenarios, especialmente los de Nueva York y París, que a todos nos encantan. Los ambientes y el extenso catálogo de referencias culturetas (cine, literatura, música...), nada forzados, parecen lógicas entre personajes con estudios universitarios. A nadie le parecieron ni excesivas ni escandalosas las escenas de sexo, incluidas las incestuosas. Y Toronto (a lo intelectual de andar por casa) insistió con las dobles lecturas dantescas que desgrana Paul M. Dolan en este artículo. No era necesario para disfrutar igualmente de la novela, pero sí nos sirvió para entender mejor el final. Ese viaje a la isla es una bajada a los infiernos parecido al final de El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad.

Otra foto de cubierta: Alguien invisible les observa.

Auster, Paul. Invisible. Traducción de Benito Gómez Ibáñez. Barcelona: Anagrama, 2010. (Panorama de narrativas). 288 p. ISBN:978-84-339-7522-5. 18 €

Auster, Paul. Invisible. Traducció d'Albert Nolla. Barcelona: Edicions 62, 2010. (El balancí; 626). 256 p. ISBN:9788429763638. 18 €.

En el apartado gastronómico, pesó más La France que los USA. Ensalada, quesos (aunque poco franceses, riquísimos los quesos holandeses del reciente viaje de Closeau por los Países Bajos), embutidos, patés... Pulpo, en homenaje a el pulpo Paul, pitoniso del mundial de fútbol y tocayo de Auster... que acertó! El plato fuerte et les plus française fue la deliciosa quiche de pollo, espinacas y queso que trajo Kira (con sonora felicitación por teléfono a M., la cocinera). Entre las bebidas, triunfó el tinto de verano y también el rosado de verano, fresquitos, fresquitos. Terminamos con helado (Contesa, ese clásico del domingo veraniego), pastelería fina, cafés con hielo y un espectacular té frío de piña colada con el que Samedimanche, anfitriona de lujo donde las haya, nos sorprendió a la altura de Paul Auster y su Invisible.


Y para estas vacaciones santillana en la sartén ... Insonrible escogió a Balzac.

1 comentario:

Insonrible dijo...

Très bien, Toronto. Como siempre, eres nuestro cronista indispensable. Preciso y sagaz.
Faltó la aportación de Raúl, como dices. Esperemos que al menos lea esto.