Iglesia Saint Paul, Wingham, Ontario, 1891
Días atrás, nuestro sagaz cronista Toronto comentaba en un
post en este blog: «Y hablando de itinerarios Munro... probaron de aplicar el
juego de Odio, amistad... sobre los
nombres de los protagonistas del primer cuento? Háganlo al terminar el cuento y
verán...…».
A la vuelta de vacaciones navideñas, buscando información
sobre Alice Munro en la Red, me tropecé con este artículo donde se explica cómo
funciona el juego al que Toronto nos retaba. Leí el libro hace tiempo y no
recuerdo si en su momento me di cuenta o no del mensaje cifrado. Pero, por si
hay alguien igual de perezoso que yo, y no se haya dado cuenta de ello (no de
que sea perezoso, sino del mensaje secreto), solo hay que seguir las
instrucciones de Emanuel Rodríguez, autor de este artículo que podéis leer
completo en La Voz:
«Como cualquiera de los otros, ese cuento [Odio, amistad, noviazgo, amor, matrimonio] resume la capacidad de Munro para indagar en las incomprensibles secuelas de eventos que podrían pasar desapercibidos para un observador desatento. Situaciones que no siempre llamarían nuestra atención y que Alice Munro parece mirarlas desde una dimensión humana poco frecuentada, un lugar para mirar al otro que es un lugar para mirarse a sí misma. Desde un compromiso con los sucesos que definen nuestras vidas, con los momentos que la cifran en su impenetrable maravilla.»
[RODRÍGUEZ, Emanuel; “El crecimiento de las piedras”, La Voz, 24/05/2012].
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