James, Henry.
Otra vuelta de tuerca.
Barcelona: DeBolsillo, 2009.
(Random House Mondadori).
208 p.
ISBN: 9788499081168.
7,95 €.
No estábamos todos los que somos pero en esta nueva cita recuperamos felizmente a K., de vuelta de su viaje transatlántico. El domingo pasado La Sartén Littéraire se reunió sentados todos bien juntos en torno a una mesa redonda, que era el marco ideal para invocar la presencia de los espíritus de Jessel y Quint, pero no hizo falta. Aunque la tarde de luna llena acompañaba y de fondo oíamos los aullidos lejanos de un perro que no estaba invitado… nada de juntar las manos, sacar la ouija y girar bocabajo uno de los vasitos para el moscatel que la anfitriona Samedimanche había comprado. Sólo empezar la tertulia quedó bien claro: Otra vuelta de tuerca no nos pareció una novela de fantasmas. Fantasmas al uso, claro, porque la narradora, esa joven institutriz sin nombre (ni hombre, que buena falta le hacía), tan avispada ella, algo nos cuenta que dice ver… Pero en esa lujosa mansión no hay más que corriente de aire que apague las velas, ondee cortinas y cierre las puertas. Sí, todo es producto de su calenturrienta imaginación puritana. Ella está totalmente loca-por-un-beso-tuyo del tío parrandero (¿gay?) de los huerfanitos y todo lo que nos hace creer que ha pasado (sexo duro y sexo enfermo, entre otras perversiones varias), pues puede que sea cierto o puede que no. Aquí está la grandeza de Henry James, esa ambigüedad en el planteamiento y en el desenlace, que puede llegar a fastidiar, pero que, a la postre, resulta ser lo más interesante, como apuntó Yosoyjulian.
Los fantasmas son sólo una excusa para hablar de muchos temas que en su época no se atrevían a tratar a calzón quitado. Un corte radical con la tradición gótica, dijo Samedimanche. Y eternamente moderno: en Otra vuelta de tuerca, el autor se suelta a través de la protagonista con un increíble (y atormentado) monólogo interior, tiempo antes que llegara Joyce con su Ulises. Un texto breve pero lleno de párrafos largos que trenzan el misterio, primero lentamente, después en crescendo hacia el final. Con un uso de subordinadas que seguramente harían temblar a los traductores, apuntó Mme. Clouseau, que a ello se dedica y lo leyó en su versión original en inglés.
¡¡¡¡¡el Theremin!!!!!
La banda sonora de una velada sin igual:
UuuuuiiiiiiiiuuuuaaaaaiiiiiiiiiUuuuaaaaaaiiiiiiii….
(solo de boca a cargo de la anfitriona...)
C. y K. se mostraron muy interesadas por el capítulo introductorio que presenta la historia y que, como explicó Samedimanche, es muy típico de las novela del siglo XIX. Fue general que ningún personaje cayera bien en particular: el tío rico pasando de todo, la institutriz loca de atar, los niños repelentes de tan dulces y monicos, el ama de llaves (tan Sancho Panza) a lo suyo haciendo la vista gorda y oídos sordos… al final, y a raíz de algunos comentarios de la misma señora Gross, los dos que lo debían pasar mejor en esa casa debían ser Jessel y Quint, que les quiten lo bailado a los muertos, eso sí, si el toqueteo sólo fue entre ellos.
Y qué decir de la película. The Innocents nos pareció una adaptación perfecta. Mantiene la misma ambigüedad y fuerza de la novela aportando lo mejor del buen cine. Guionazo de Truman Capote y excelente pulso el de Jack Clayton, el director. Fascinante desde los títulos de crédito, con esa tétrica canción sobre fondo negro hasta que aparecen las letras de la 20th Century Fox. Detallista y valiente en aportaciones nuevas: ese beso en la boca de Miles a Miss Giddens (aquí la institutriz sí tiene nombre, pero sigue sin hombre). Con unas interpretaciones magistrales, encabezadas por la gran Debora Kerr (que puestos a buscar otras candidatas, se nombró a Jane Fontaine, pero nada, demasiado panoli… O a la gran Hedi Lamarr actriz y científica, pero demasiado salada, Lamarr salada… la Kerr le dió al personaje el vinagre que requería), unos niños en estado de gracia y la presencia fugaz pero ¡¡¡terrorífica!!! de los fantasmas: que mal rollo Quint en la torre (¿fálica?) o tras el cristal, como Jessel en el lago (¿agua=sexo?)…
4 comentarios:
que buena reseña, toronto. que risa con el video del theremin...
hoy compre el libro de benett. ya quiero la siguiente sarten...
saludos, K.
Hola Kira, gracias por la parte que me toca, porqque esta reseña la hicimos a cuatro manos Samedimanche (o Maelstrom, o Pepa Theremin... ) y yo ! Los vídeos por ejemplo son cosa suya, terrible el concierto de theremin... terrible Malena y Alfonso del Real... A ver el Benett qué tal... y los cuentos de navidad!
¡Me he reído "muncho" leyendoos y rememorando! Uuuuuuauuuuubuuu
Qúe pena que no pude ir esta vez. Bueno, me resarciré en el próximo encuentro. No he leído nada de Benett y me apetece tanto como un plato de sopa caliente en una noche lluviosa en lo más crudo del crudo invierno.
Publicar un comentario