Queen Elizabeth II
(© Annie Leibowitz, 2007)
(© Annie Leibowitz, 2007)
Una Navidad nada común
Por Yosoyjulián
(Con el permiso de Alan Bennett)
¡Anda que el susto que les di con la abdicación! ¡Menuda soy a veces! La cara del Primer Ministro fue la guinda perfecta a una velada en la que me sentí, por así decirlo, algo más humana. No, no voy a abdicar, ni a escribir esas memorias de las que les hablé… De momento. Como dice Norman, lo primero que deberíamos escribir ha de ser un cuento. Una historia corta. Algo anecdótico. Tal vez relacionado con la Navidad, aunque suene ha socorrido, para obsequiar a los pequeños de la familia, o al servicio más cercano, o a esos súbditos míos que piensan que sólo soy una vieja chocha y trasnochada reliquia institucional. Para que vean que sí, que lo soy. Nada que haga temblar los cimientos del Imperio por esta octogenaria que lo único que ha hecho en esta vida es hacer lo que debía hacer. El Primer Ministro respirará aliviado y yo ganaré en confianza. Sí, primero escribiremos un cuento y luego…la abdicación.
Lo que ocurre es que entre las Guerras y los deberes de esta institución a la que sirvo, mucho-mucho no puedo contar. Para mí siempre han sido unos días más de trabajo. Visitar algún hospital, amadrinar un orfanato, el mensaje institucional de Nochebuena y su consiguiente posado con la familia real ante el abeto del jardín, que siempre es el mismo como siempre es la misma su decoración. Y con esa sonrisa mía, que ya sé que parece tan falsa, pero es que no tengo otra, ni ganas. A mí lo que realmente me gustaría es inaugurar la iluminación navideña de Harrods. Llegar muy peripuesta en un descapotable blanco, cruzar esa alfombra verde entre flashes y vítores, apretar el botón y que se haga la luz. Eso sí que sería un auténtico baño de masas y no las inauguraciones a las que me hacen ir. Pero dudo mucho que el rencoroso egipcio ese me lo ofrezca nunca. A mí no me importaría tanto que ése estuviera un rato ante mi presencia. Yo, que lo he visto ya todo en este mundo, que he alternado con genocidas de ayer y de hoy, siempre por obligación, he de decir. A mí, a mí no me importaría. Pero entre lo de la nacionalidad y lo de mi exnuera con su Dodi, dudo que se cumpla esta ilusión nunca. ¡Qué le vamos a hacer¡ Aunque esa, esa sí que sería una Navidad nada común para mí.
Por Yosoyjulián
(Con el permiso de Alan Bennett)
¡Anda que el susto que les di con la abdicación! ¡Menuda soy a veces! La cara del Primer Ministro fue la guinda perfecta a una velada en la que me sentí, por así decirlo, algo más humana. No, no voy a abdicar, ni a escribir esas memorias de las que les hablé… De momento. Como dice Norman, lo primero que deberíamos escribir ha de ser un cuento. Una historia corta. Algo anecdótico. Tal vez relacionado con la Navidad, aunque suene ha socorrido, para obsequiar a los pequeños de la familia, o al servicio más cercano, o a esos súbditos míos que piensan que sólo soy una vieja chocha y trasnochada reliquia institucional. Para que vean que sí, que lo soy. Nada que haga temblar los cimientos del Imperio por esta octogenaria que lo único que ha hecho en esta vida es hacer lo que debía hacer. El Primer Ministro respirará aliviado y yo ganaré en confianza. Sí, primero escribiremos un cuento y luego…la abdicación.
Lo que ocurre es que entre las Guerras y los deberes de esta institución a la que sirvo, mucho-mucho no puedo contar. Para mí siempre han sido unos días más de trabajo. Visitar algún hospital, amadrinar un orfanato, el mensaje institucional de Nochebuena y su consiguiente posado con la familia real ante el abeto del jardín, que siempre es el mismo como siempre es la misma su decoración. Y con esa sonrisa mía, que ya sé que parece tan falsa, pero es que no tengo otra, ni ganas. A mí lo que realmente me gustaría es inaugurar la iluminación navideña de Harrods. Llegar muy peripuesta en un descapotable blanco, cruzar esa alfombra verde entre flashes y vítores, apretar el botón y que se haga la luz. Eso sí que sería un auténtico baño de masas y no las inauguraciones a las que me hacen ir. Pero dudo mucho que el rencoroso egipcio ese me lo ofrezca nunca. A mí no me importaría tanto que ése estuviera un rato ante mi presencia. Yo, que lo he visto ya todo en este mundo, que he alternado con genocidas de ayer y de hoy, siempre por obligación, he de decir. A mí, a mí no me importaría. Pero entre lo de la nacionalidad y lo de mi exnuera con su Dodi, dudo que se cumpla esta ilusión nunca. ¡Qué le vamos a hacer¡ Aunque esa, esa sí que sería una Navidad nada común para mí.
London Christmas Lights: HarrodsPhoto
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3 comentarios:
Gracias Sr.Toronto.Las fotos ideales
Si la reina leyera esta continuación... Anda, Sr. Lobo, atrévase a enviarla a Balmoral...
El tono de esta reina me gusta y me recuerda un poquito a otro de sus personajes, creo que la llamó Tránsito. Qué fuertes las dos, qué personajes! Me encantan!
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