New York, 1954.
(Fotografía de Vivian
Maier)
“La oportunidad [que le ofrece Nueva
York], sin embargo, se verá mermada por la propia actitud de Eilis,
que vivirá su aclimatación, sus estudios, su vivienda compartida,
sus bailes parroquiales y su primer amor como si contemplara la
existencia de otra persona. Una desgracia familiar, por fin, la
obligará a regresar. Y el suceso, claro, la enfrentará a la
decisión más importante de su vida. Una decisión grande para una
vida pequeña. Un reto.
Los lectores que recuerden el jamesiano
Retrato de una dama comprobarán enseguida que la Eilis de
Brooklyn realiza el viaje inverso al efectuado por la Isabel
Archer de James. No solamente porque una y otra crucen sus trayectos
entre Europa y América, sino también porque la resolución y la
herencia de Archer la empujarán a enfrentar la manipulación de su
destino de forma opuesta a la de Eilis”.
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