Christie, Agatha.
El asesinato de Roger
Ackroyd.
Barcelona: RBA Libros, 2007.
(RBA Serie Negra).
240 p.
ISBN: 978-84-790-1543-5.
Puntualmente, como es debido tratándose de una cita con Poirot, acudimos a Can Cumbres (más heladas que borrascosas), la siempre acogedora morada de Samedimanche, insigne anfitriona y un auténtico pozo de sabiduría en todo lo que quiso usted saber y no se atrevió a preguntar sobre Agatha Christie. Después de la escalada a pulmón sin piolet por las cuestas y escaleras, llegaron sin aliento: Insonrible, Closeau, LittleEmily, Kira y Toronto. Sobre las cinco de la tarde, más británica que Miss Marple, se unió a la velada BPowerful, caja de galletas Fortnum&Mason (las preferidas de Isabel II para acompañar la ginebra) en mano. Excusaron su ausencia Julián, Raúl y Alushka, pasando a ser automáticamente tres sospechosos más del asesinato de Roger Ackroyd. Pero los que han leído esta novela de sorprendente desenlace, saben bien que ellos no fueron. Tranquilos, por respeto a próximos lectores, no vamos a desvelar aquí quien mató al tacañón de Rogelio...
Miss Closeau, iluminada por el amor, posando con bigotito poirot.
(Solo se libraron del bigot-photocall el Santo de Samedimanche, imperturbable en su tarde dominguera de manta y sofá, y el gato Elvis, porque, claro, el bigote lo lleva de serie).
No podía faltar una tortilla de
calabacines procedentes directamente de la huerta de Hércules
Poirot. Así como unos deliciosos mejillones, plato típico de
Bélgica, o una francófona fondue de queso para untar mientras dices
Porrott. Además, wok de fideos con verduras y un cuscús (o
ese toque exótico, de Oriente al Nilo, presente también en otras
novelas de la Christie). Para beber, cervezas belgas, muy apropiada
la marca Judas (no diremos por qué).
De postre, plum cake de chocolate y un
sorpresón que se marcó LittleEmily: ¡¡¡un Cluedo de chocolate
belga!!! Jugamos mientras tomamos los tés y cafés, para acto
seguido devorarlo acompañado de galletas caramelizadas Lotus.
¡Concurso de portadas La sartén!
Ganó, como no podía ser de otra
manera, la portada con diseño de Tom Adams, una más de la mítica
serie que publicó en España la editorial El Molino en su
colección Selecciones de Biblioteca Oro dedicada a Agatha Christie, que formó parte de aquellas lecturas veraniegas de muchos, entonces, adolescentes.
El asesinato de Roger Ackroyd
gustó por mayoría. En el post anterior (Pilares
de la fe christiana) Samedimanche ya dio amplia cuenta del
interés de su contenido, y durante la velada, ella misma (poseedora
de la bibliografía que muestra la foto de abajo) nos amplió conocimientos
entorno a la obra y también sobre la vida de Dame Agatha.
Aunque siendo la más original dentro
de la extensa producción de la autora, El asesinato... responde a características típicas del género: desde el crimen de
base (obviamente necesario) a la presentación y desarrollo de los personajes
(el circulo familiar más próximo al fallecido, el servicio y
alrededores varios, buenos y malos, solteronas cotillas (Oh,
Caroline!), simpáticos o antipáticos... todos con secretos que
ocultar), pasando por las mil pistas, datos y enigmas que descifrar
(que el lector apasionado intentará resolver con fervor para descubrir al asesino). A una
estructura de capítulos cortos que imprime ritmo y enganche, a una
prosa sencilla (Insorible consideró que demasiado sencilla,
directamente pobre), un whodunit
perfecto, un entretenimiento muy bien trenzado que pone en jaque
al lector, un género que a la Christie se le dió la mar de bien y
que, fuere con Poirot (ese personaje algo quijotesco con su escudero el capitán Hastings y la sirvienta bretona) o con Miss Marple (preferida de Samedimanche por encima del belga), no dudó
en exprimir al máximo en la setentena de novelas que escribió.
2 comentarios:
Mister Toronto,
muchas gracias de nuevo por su espléndida crónica, que cubre todos los detalles de una velada tan british.
La verdad es que la Christie dio juego, literario o no. Y que fue una velada muy de pre-Christmas. Amable y acogedora.
Sigo pensando que tardaré mucho en leer algo de ella, pero fue un bonito momento de flash-back adolescente.
It's a pleasure! Ser cronista no es lo que parece.
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